Frase
El mundo es como un espejo, que devuelve a cada persona, el reflejo de sus
propios pensamientos. La manera como tu encaras la vida es lo que hace la
diferencia".
Reflexion:
Nos cuesta trabajo reconocer que nuestro actual presente es producto del reflejo de nuestros pensamientos, acciones e indecisiones del pasado. Todo, absolutamente todo cuanto actuamos en la actividad y pasividad se refleja de inmediato en nuestra realidad. Y este fenómeno lo clasificamos de dos formas, como parte de la suerte ó del destino, sea esto para bien o para mal; e incluso le acreditamos a entes omnipresentes el resultado de lo bien o mal que nos va en la vida. Sea lo que fuere, pero casi por omisión le delegamos toda la responsabilidad a agentes externos. Esto trae como consecuencia que evadamos el hecho de que todo cuánto acontece en nuestra existencia es producto inherente de nosotros y de nadie más; sea esto en pensamiento o acción; el evocar el mal para alguien o para nosotros mismos siendo pesimistas, provoca que atraigamos esos agentes negativos a nuestro sentir, y eso hace que desarrollemos una personalidad temerosa, aprensiva y expuesta a propiciar situaciones que deriven en recibir todo cuánto se desee dañar a alguien o a sí mismo. Se dice que todo es cuestión de actitud en la vida, en como se visualiza la realidad en el presente vital o en el provenir; sin embargo a veces estamos más enfrascados en el pasado: en lo que logramos, lo que dejamos de hacer y en lo que nos equivocamos.
Si nuestra vida es como un espejo que refleja cada pensamiento, acción y la forma en como la encaramos; pues es tiempo de iniciar un cambio a fondo de actitud. Dejar ya de pensar que hay agentes externos que derivan en nuestra realidad actual. Es fácil comprobarlo, si por un momento dejamos de sentir temor y aprensión de cometer un error; nos daremos cuenta que nos quitamos de inmediato esa pesada carga, que nos hace reprimirnos y ser indiferentes del entorno. El prejuicio es el temor de actuar libremente y sin ataduras sobre algo que deseamos hacer; prejuzgamos y dejamos de actuar, queremos adivinar que sucederá en el momento siguiente o nos dejamos inducir por situaciones ajenas a nuestra experiencia personal, todo lo queremos controlar, porque nos sentimos inseguros hacia lo desconocido. Y ese será siempre el factor dominante de nuestro espejo de vida: temor, prejuicio e indiferencia; y después nos quejamos porque la vida no resulta como esperábamos, cuando dejamos que estos factores dominarán nuestra existencia. Si anhelamos un real cambio en nuestro sendero: algo más pleno, más emotivo, fresco y enriquecedor para sentirnos vivos; debe comenzar por una actitud más positiva, más autentica y más espontánea. No desear el mal a nadie, para que eso, no se nos regrese, no hay necesidad de hacerlo, porque sólo propiciamos el ser portadores de aquello que evocamos y el daño se orienta hacia nosotros, al mantener pensamientos insanos que destruyen nuestra capacidad de perdonar y amar.
Si le damos calidad a nuestra vida con pensamientos y acciones sanas y constructivas, podremos estar seguros que tarde o temprano el espejo de nuestra vida se activara y se orientara a nuestro favor. Que no necesariamente lo que vemos en las apariencias resulta lo real y verídico, es quizás la forma en como lo estamos interpretando, porque estamos sólo viendo la superficie de las cosas y no su profundidad y trasfondo; el espejo refleja la superficie, no la retiene. Si en cambio, analizamos a fondo cada personalidad o acción, penetraremos más allá de la superficie, de las apariencias; y descubriremos que todo pensamiento y acción, obedece a una razón de peso totalmente diferente y ajena, a la que inicialmente habíamos percibido producto de nuestros prejuicios. Comprobaremos también, que aquello que tanto temíamos equivocarnos, sólo es reflejo de la ignorancia de nuestro potencial. El cambio de actitud debe iniciar con un real deseo de hacer la diferencia, para encarar la vida no como siempre, sumergidos en el conformismo; si no haciendo en verdad la diferencia con la confianza de sentirse libre, sin ataduras ni prejuicios; con la fuerza suficiente para vencer cualquier obstáculo, porque muchos habrán en el camino, muchas circunstancias y personas dispuestas a criticarnos, desorientarnos, inducirnos y manipularnos, para desviarnos o detenernos de nuestro deseo de ser diferentes.
Cuánta energía y tiempo no hemos perdido ya en la vida por retener pensamientos negativos y destructivos, por alimentar temores y prejuicios que nos han reprimido para actuar conforme a nuestros deseos; por permitirnos ser endebles y frágiles ante las críticas y presiones externas; y por no asumir que el resultado de nuestra existencia, es única y exclusiva responsabilidad de la actitud en cómo la encaramos y encauzamos hacia lo que anhelamos obtener de ella.
propios pensamientos. La manera como tu encaras la vida es lo que hace la
diferencia".
Reflexion:
Nos cuesta trabajo reconocer que nuestro actual presente es producto del reflejo de nuestros pensamientos, acciones e indecisiones del pasado. Todo, absolutamente todo cuanto actuamos en la actividad y pasividad se refleja de inmediato en nuestra realidad. Y este fenómeno lo clasificamos de dos formas, como parte de la suerte ó del destino, sea esto para bien o para mal; e incluso le acreditamos a entes omnipresentes el resultado de lo bien o mal que nos va en la vida. Sea lo que fuere, pero casi por omisión le delegamos toda la responsabilidad a agentes externos. Esto trae como consecuencia que evadamos el hecho de que todo cuánto acontece en nuestra existencia es producto inherente de nosotros y de nadie más; sea esto en pensamiento o acción; el evocar el mal para alguien o para nosotros mismos siendo pesimistas, provoca que atraigamos esos agentes negativos a nuestro sentir, y eso hace que desarrollemos una personalidad temerosa, aprensiva y expuesta a propiciar situaciones que deriven en recibir todo cuánto se desee dañar a alguien o a sí mismo. Se dice que todo es cuestión de actitud en la vida, en como se visualiza la realidad en el presente vital o en el provenir; sin embargo a veces estamos más enfrascados en el pasado: en lo que logramos, lo que dejamos de hacer y en lo que nos equivocamos.
Si nuestra vida es como un espejo que refleja cada pensamiento, acción y la forma en como la encaramos; pues es tiempo de iniciar un cambio a fondo de actitud. Dejar ya de pensar que hay agentes externos que derivan en nuestra realidad actual. Es fácil comprobarlo, si por un momento dejamos de sentir temor y aprensión de cometer un error; nos daremos cuenta que nos quitamos de inmediato esa pesada carga, que nos hace reprimirnos y ser indiferentes del entorno. El prejuicio es el temor de actuar libremente y sin ataduras sobre algo que deseamos hacer; prejuzgamos y dejamos de actuar, queremos adivinar que sucederá en el momento siguiente o nos dejamos inducir por situaciones ajenas a nuestra experiencia personal, todo lo queremos controlar, porque nos sentimos inseguros hacia lo desconocido. Y ese será siempre el factor dominante de nuestro espejo de vida: temor, prejuicio e indiferencia; y después nos quejamos porque la vida no resulta como esperábamos, cuando dejamos que estos factores dominarán nuestra existencia. Si anhelamos un real cambio en nuestro sendero: algo más pleno, más emotivo, fresco y enriquecedor para sentirnos vivos; debe comenzar por una actitud más positiva, más autentica y más espontánea. No desear el mal a nadie, para que eso, no se nos regrese, no hay necesidad de hacerlo, porque sólo propiciamos el ser portadores de aquello que evocamos y el daño se orienta hacia nosotros, al mantener pensamientos insanos que destruyen nuestra capacidad de perdonar y amar.
Si le damos calidad a nuestra vida con pensamientos y acciones sanas y constructivas, podremos estar seguros que tarde o temprano el espejo de nuestra vida se activara y se orientara a nuestro favor. Que no necesariamente lo que vemos en las apariencias resulta lo real y verídico, es quizás la forma en como lo estamos interpretando, porque estamos sólo viendo la superficie de las cosas y no su profundidad y trasfondo; el espejo refleja la superficie, no la retiene. Si en cambio, analizamos a fondo cada personalidad o acción, penetraremos más allá de la superficie, de las apariencias; y descubriremos que todo pensamiento y acción, obedece a una razón de peso totalmente diferente y ajena, a la que inicialmente habíamos percibido producto de nuestros prejuicios. Comprobaremos también, que aquello que tanto temíamos equivocarnos, sólo es reflejo de la ignorancia de nuestro potencial. El cambio de actitud debe iniciar con un real deseo de hacer la diferencia, para encarar la vida no como siempre, sumergidos en el conformismo; si no haciendo en verdad la diferencia con la confianza de sentirse libre, sin ataduras ni prejuicios; con la fuerza suficiente para vencer cualquier obstáculo, porque muchos habrán en el camino, muchas circunstancias y personas dispuestas a criticarnos, desorientarnos, inducirnos y manipularnos, para desviarnos o detenernos de nuestro deseo de ser diferentes.
Cuánta energía y tiempo no hemos perdido ya en la vida por retener pensamientos negativos y destructivos, por alimentar temores y prejuicios que nos han reprimido para actuar conforme a nuestros deseos; por permitirnos ser endebles y frágiles ante las críticas y presiones externas; y por no asumir que el resultado de nuestra existencia, es única y exclusiva responsabilidad de la actitud en cómo la encaramos y encauzamos hacia lo que anhelamos obtener de ella.
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