Auto Estima
Una joven madre a quien le habían diagnosticado una forma de cáncer tratable regresó a casa del hospital, sintiéndose incómoda por su apariencia física y la pérdida del cabello ocasionada por las radiaciones. Cuando se instaló en una de las sillas de la cocina, su hijo apareció silenciosamente en el umbral, estudiándola con curiosidad.
Cuando su madre comenzó el discurso que había preparado para ayudarle a comprender lo que veía, el niño vino corriendo, se acomodó en su regazo, puso su cabeza contra su pecho y se aferró a ella. Su madre decía en ese momento: “Y dentro de un tiempo, ojalá pronto, luciré como antes y entonces estaré mejor”.
El niño se enderezó pensativo. Con la franqueza de sus seis años, respondió sencillamente: “Diferente cabello, el mismo corazón”.
Su madre ya no tuvo que esperar un tiempo para sentirse mejor. Ya estaba mejor.
Reflexion:
Es muy natural el basar nuestras expectativas en los aspectos externos, en la apariencia exterior, en lo que miramos a través del espejo; porque es nuestra primera referencia ante la vista propia y de los demás. Y también es natural el preocuparse por nuestra apariencia estética, porque es nuestra exposición hacia el exterior, nuestra carta de presentación ante la sociedad. Porque nos han inculcado que esto es un factor primordial para ser requisitadamente aceptados en un medio en que gobierna por excelencia la apariencia, la belleza estética, los buenos modales, una vasta cultura, una excelente preparación académica, para tener amplias posibilidades de desarrollo en algún ámbito en particular. En fin, todos estos aspectos influyen de manera categórica en nuestra autoestima, y quién carezca de alguna de estas ¨cualidades¨, ya se encuentra limitado en sus posibilidades de desarrollo. Cuántas veces no ha sucedido que si por naturaleza, herencia o genética no fuimos ¨agraciados¨ o por algún accidente o enfermedad quedamos con alguna ¨deformidad¨, e incluso si el entorno nos clasifica como inadaptados, incultos e ignorantes, todo esto trastoca irremediablemente nuestra más preciada joya: la autoestima.
Pero, hemos reflexionado alguna vez, porque les dejamos a los demás que gobiernen nuestra autoestima?, nos hemos percatado de aquello que llamamos autoestima es sólo producto de las etiquetas impuestas por la sociedad, llámese belleza, apariencia personal, formación cultural, clichés de comportamiento, etc.?. Si analizamos con cuidado, nos sentimos heridos en nuestra autoestima, porque así lo hemos permitido, y porque alguien o algunos se les ha ocurrido juzgarnos o criticarnos por algún ¨defecto¨ e ¨imperfección¨ interior o exterior?. De que forma juega el ¨ego¨ en nuestra autoestima?. O de que manera nos hemos permitido ser frágiles ante el entorno?. Y porque pensamos que debemos depender siempre del reconocimiento, percepción, opinión o aceptación de los demás para sentirnos integrados en cualquier ámbito en que nos desenvolvamos?. No basta acaso con lo que percibamos, pensemos o conceptuemos de nosotros mismos?. la autoestima depende del ego o de nuestra esencia natural?. Si el Ego es aquello que alimentamos a través del exterior por medio del pensamiento y la esencia lo que por añadidura nos pertenece y que por naturaleza se manifiesta, que es más importante para nosotros alimentar?.
Lo más esencial dependiendo del punto de vista de cada persona, es el sentimiento de aceptación que se desarrolle acorde al autoconocimiento de la propia naturaleza humana. Si hay independencia del entorno exterior, libertad de pensar y actuar acorde a lo que se percibe de uno mismo como una entidad única y separada de cualquier influencia de tipo nocivo e inductivo; no se es necesario co-depender la autoestima de las opiniones, críticas, reconocimientos y pre-juzgamientos que dicten los demás, no porque no sean importantes, las ignoremos o seamos indiferentes a ellas, siempre es enriquecedor recibir todo tipo de aportación de tipo destructivo o constructivo; y en cada persona depende que tanto desee recibir, retroalimentarse y desechar: finalmente es su decisión recibir o rechazar. Pero lo que si debe estar claro, es que la autoestima es posición única y exclusiva de cada ser humano, es la esencia de su ser y sólo cada persona debe alimentarla por medio de su autoconocimiento, de lo que desea y anhela de la vida, de lo que se acepta, descubre y crece en base a su propia experiencia, de echar mano de su conocimiento innato, sus capacidades y posibilidades para potencializarla en vías de la evolución de su esencia y que cada quién sabe de antemano lo que es, lo que ha dejado de ser y lo que desea ser. El asociar la autoestima con el exterior es renunciar a nuestro derecho a ser libres y esclavizarnos a lo que nos dicten los demás, y eso es dependencia no autoestima. Amarse a si mismo con lo que hasta el momento percibe de sí, es reconocerse como lo más valioso y afortunado que la vida le ha otorgado: Autoestima.
Cuando su madre comenzó el discurso que había preparado para ayudarle a comprender lo que veía, el niño vino corriendo, se acomodó en su regazo, puso su cabeza contra su pecho y se aferró a ella. Su madre decía en ese momento: “Y dentro de un tiempo, ojalá pronto, luciré como antes y entonces estaré mejor”.
El niño se enderezó pensativo. Con la franqueza de sus seis años, respondió sencillamente: “Diferente cabello, el mismo corazón”.
Su madre ya no tuvo que esperar un tiempo para sentirse mejor. Ya estaba mejor.
Reflexion:
Es muy natural el basar nuestras expectativas en los aspectos externos, en la apariencia exterior, en lo que miramos a través del espejo; porque es nuestra primera referencia ante la vista propia y de los demás. Y también es natural el preocuparse por nuestra apariencia estética, porque es nuestra exposición hacia el exterior, nuestra carta de presentación ante la sociedad. Porque nos han inculcado que esto es un factor primordial para ser requisitadamente aceptados en un medio en que gobierna por excelencia la apariencia, la belleza estética, los buenos modales, una vasta cultura, una excelente preparación académica, para tener amplias posibilidades de desarrollo en algún ámbito en particular. En fin, todos estos aspectos influyen de manera categórica en nuestra autoestima, y quién carezca de alguna de estas ¨cualidades¨, ya se encuentra limitado en sus posibilidades de desarrollo. Cuántas veces no ha sucedido que si por naturaleza, herencia o genética no fuimos ¨agraciados¨ o por algún accidente o enfermedad quedamos con alguna ¨deformidad¨, e incluso si el entorno nos clasifica como inadaptados, incultos e ignorantes, todo esto trastoca irremediablemente nuestra más preciada joya: la autoestima.
Pero, hemos reflexionado alguna vez, porque les dejamos a los demás que gobiernen nuestra autoestima?, nos hemos percatado de aquello que llamamos autoestima es sólo producto de las etiquetas impuestas por la sociedad, llámese belleza, apariencia personal, formación cultural, clichés de comportamiento, etc.?. Si analizamos con cuidado, nos sentimos heridos en nuestra autoestima, porque así lo hemos permitido, y porque alguien o algunos se les ha ocurrido juzgarnos o criticarnos por algún ¨defecto¨ e ¨imperfección¨ interior o exterior?. De que forma juega el ¨ego¨ en nuestra autoestima?. O de que manera nos hemos permitido ser frágiles ante el entorno?. Y porque pensamos que debemos depender siempre del reconocimiento, percepción, opinión o aceptación de los demás para sentirnos integrados en cualquier ámbito en que nos desenvolvamos?. No basta acaso con lo que percibamos, pensemos o conceptuemos de nosotros mismos?. la autoestima depende del ego o de nuestra esencia natural?. Si el Ego es aquello que alimentamos a través del exterior por medio del pensamiento y la esencia lo que por añadidura nos pertenece y que por naturaleza se manifiesta, que es más importante para nosotros alimentar?.
Lo más esencial dependiendo del punto de vista de cada persona, es el sentimiento de aceptación que se desarrolle acorde al autoconocimiento de la propia naturaleza humana. Si hay independencia del entorno exterior, libertad de pensar y actuar acorde a lo que se percibe de uno mismo como una entidad única y separada de cualquier influencia de tipo nocivo e inductivo; no se es necesario co-depender la autoestima de las opiniones, críticas, reconocimientos y pre-juzgamientos que dicten los demás, no porque no sean importantes, las ignoremos o seamos indiferentes a ellas, siempre es enriquecedor recibir todo tipo de aportación de tipo destructivo o constructivo; y en cada persona depende que tanto desee recibir, retroalimentarse y desechar: finalmente es su decisión recibir o rechazar. Pero lo que si debe estar claro, es que la autoestima es posición única y exclusiva de cada ser humano, es la esencia de su ser y sólo cada persona debe alimentarla por medio de su autoconocimiento, de lo que desea y anhela de la vida, de lo que se acepta, descubre y crece en base a su propia experiencia, de echar mano de su conocimiento innato, sus capacidades y posibilidades para potencializarla en vías de la evolución de su esencia y que cada quién sabe de antemano lo que es, lo que ha dejado de ser y lo que desea ser. El asociar la autoestima con el exterior es renunciar a nuestro derecho a ser libres y esclavizarnos a lo que nos dicten los demás, y eso es dependencia no autoestima. Amarse a si mismo con lo que hasta el momento percibe de sí, es reconocerse como lo más valioso y afortunado que la vida le ha otorgado: Autoestima.
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