viernes, julio 03, 2009

Percepción

Un rey envió a su hijo a estudiar donde un gran maestro con el objetivo de prepararlo para ser una gran persona y un buen gobernante al heredar la corona del reino.
Cuando el príncipe llegó ante el maestro, éste lo envió al bosque. Tendría que regresar después de un año para describir todos los sonidos que escuchara allí.
Transcurrido este tiempo, cuando el joven volvió, el maestro le pidió que hiciera un relato de todo lo que había conseguido oír.
El príncipe le dijo:'Maestro, pude escuchar el canto de los pájaros, el ruido de las hojas, el regocijo de los grillos, el rítmico croar de las ranas, la brisa rozando el pasto, el zumbido de las abejas, el rumor del viento cortando los cielos...
'Al terminar su narración, el maestro pidió al muchacho que regresara al bosque, para oír todo aquello que fuera posible.A pesar de estar intrigado, el príncipe obedeció la orden del maestro, pensando:
'No entiendo, ya distinguí todos los sonidos del bosque... '
Por días y noches permaneció solo oyendo, oyendo, oyendo... pero no conseguía distinguir nada nuevo, además de lo que ya había dicho al maestro.
No obstante, cierta mañana, comenzó a distinguir sonidos vagos, diferentes a todos los que escuchara antes. Y mientras más atención prestaba, más claro se volvían los sonidos.
Una sensación de encantamiento se apoderó del chico. Pensó:
'Esos deben ser los sonidos que el maestro quería que yo escuchara...
'Y sin prisa, permaneció allí oyendo y oyendo, pacientemente. Quería tener la seguridad de que estaba en el camino correcto.
Cuando regreso al monasterio, el maestro le preguntó que más había logrado oír.
Paciente y respetuosamente el príncipe le dijo:
'Maestro, cuando presté atención pude oír el inaudible sonido de las flores abriéndose, el sonido del sol naciendo y calentando la tierra y el del pasto bebiendo el rocío de la noche...
'Luego el maestro dijo al muchacho:
Muy bien Ahora, puedes regresar con tu padre, ya estas en el sendero paras er un buen gobernante.
Reflexión:
La percepción es la activación de nuestros sentidos sensoriales y receptivos que nos permiten recibir, elaborar e interpretar la información proveniente del entorno que nos rodea. Sin embargo, estamos tan acostumbrados a que las cosas nos parezcan tal y como las vemos superficialmente que ni siquiera percibimos que hay más allá de las apariencias, ese otro lado de la vida que nos conecta con nuestros aspectos espirituales. A través de la percepción podemos distinguir y diferenciar la sabiduría que la naturaleza nos obsequia y que abunda en todo cuánto nos rodea y que poco creemos en ello, debido a un fuerte apego hacia lo material como aspiración única de existencia.
En cambio cuando se habla de ideales, inmediatamente lo clasificamos como algo poco práctico y banal, debido a que no es redituable en términos materialistas, considerándolo absurdo y poco atractivo; en este momento se deforma nuestra percepción hacia la vida, cuando hemos renunciado a la Riqueza Espiritual a cambio de la Riqueza Material; la vida se convierte en simple existencia banal y superficial. Un ejemplo de ello, es cuando todos los días nos resultan iguales, es porque hemos dejado de percibir lo más sensible y significativo de la vida; es necesario en ocasiones detenernos un instante en el tiempo para reflexionar y reinventarnos; debido a que caminamos apresuradamente sin dejar de ver el reloj, somos presas de la carrera implacable del tiempo, callados y preocupados con la vista baja, obsesionados por los problemas que nos agobian día con día, con la mente abstraída en pensamientos obsesivos sobre lo que haremos el día de mañana, o lo que dejamos de hacer ayer, perdiendo los valiosos momentos presentes, molestos y reactivos a la menor provocación, ocupados en criticar y juzgar a las personas, desarmonizando nuestro medio laboral, familiar o social en que nos desenvolvemos, cayendo fácilmente en depresión ante cualquier adversidad que se nos presenta, independientemente de su grado de complejidad, que nos precipita hacia la desesperación y el pesimismo, es cuando hemos perdido la capacidad de percibir lo bello que es la vida.

Estas acciones nos hacen adoptar una personalidad totalmente pasiva ante nuestra incapacidad para atacar positivamente un problema, queremos que los demás nos resuelvan nuestros conflictos, cuando sólo podemos obtener en su mayoría el apoyo moral y el consuelo de un consejo, el cuál no genera en una solución adecuada, debido a que esa persona no tiene una real dimensión de nuestra esencia, y por ende de nuestra problemática, sólo nosotros que realmente lo estamos viviendo en carne propia sabemos claramente aquello que nos preocupa y nos angustia y que difícilmente una persona ajena a nosotros podrá percibirlo plenamente, esto sólo generaría un prejuzgamiento.
No necesitamos que las personas nos entiendan y aprueben nuestro proceder en la consecución de nuestra realización personal, no estamos en este mundo para depender de ello, si estamos convencidos y actuamos en base a nuestra propia percepción, por muy inverosímil o ¨equivocado¨ que parezca nuestro proceder en la vida a los demás, estaremos actuando correctamente si sabemos percibir y confiar lo que surge de nuestro interior y en ese momento estaremos defendiendo nuestro derecho de libertad de Ser. A su vez, cuando se aprende a oír con el corazón y ver con los ojos del Alma, es posible percibir de las personas sus sentimientos mudos, sus miedos no confesados y sus quejas silenciosas, inspirando confianza y transparencia a nuestro alrededor, entender lo que está equivocado y corregir nuestros posibles errores.
A través de la Percepción es necesario, escuchar el lado inaudible de las cosas, el lado no medido, pero que tiene su valor, pues es el lado más importante del ser humano ¿Cuántas cosas hay en el mundo a la vista de nuestros ojos y somos incapaces de apreciarlas, sencillamente porque no se adecua al esquema que tenemos de la realidad? Al descuidar nuestra verdadera percepción, deformamos el real potencial de nuestros sentidos; Vemos sin observar la armonía y belleza que existe en la naturaleza y el universo, Oímos sin escuchar las voces provenientes de nuestro interior, tocamos sin sentir las vibraciones del ser amado, probamos sin saborear y disfrutar el sabor de los alimentos que ingerimos y olfateamos sin percibir los aromas provenientes del mar y el bosque.
Apegarse obsesivamente a lo material, nos convierte en seres banales y superficiales, deformando la vida en simple existencia. Desarrollar nuestra riqueza espiritual nos convierte en seres sensibles y auténticos transformando la existencia en vida plena. ¨Percibir es retornar a nuestros valores y esencia humana¨