miércoles, julio 25, 2007

El Saco de Plumas

Había vez, en una aldea un hombre que calumnió injustamente a un amigo suyo, inventando todo tipo de patrañas para descalificarlo ante los jerarcas de la aldea por la envidia que le tuvo al ver el éxito que éste había alcanzado demostrando ser el más valiente y audaz; lo cuál le provocó un sinfin de problemas y el descrédito de la mayoría de los integrantes de la aldea.
Tiempo después, el hombre ante sus malas acciones, se arrepintió de la ruina moral que trajo con sus calumnias a ese amigo, y ante la constante carga de conciencia, visitó a unos de los sabios de la aldea para pedirle un consejo y redimir su acción negativa, a quién le preguntó:
¨Quiero arreglar todo el mal que le hice a mi amigo. ¿ Cómo puedo hacerlo?. A lo que el Sabio le respondió:
¨Toma un Saco lleno de plumas ligeras y pequeñas y suelta una a una a donde vayas, hasta vaciarlo¨
Intrigado el Hombre, solícito tomó un saco lleno de plumas y al cabo de un día las había soltado todas, recorriendo largos parajes. Tiempo después el hombre regresó con el sabio y con cierta incertidumbre le pregunto lo siguiente:
¨Ya he terminado, para que me enviaste a realizar tan extraña acción?¨, a lo que el sabio le contestó: ¨Esta es la parte más fácil, ahora debes volver a llenar el saco con las mismas plumas que soltaste. Sal a la calle y búscalas todas¨.
El Hombre se sintió muy desconcertado y sorprendido, pues sabía lo que esto significaba y obviamente al regresar al camino que había recorrido sólo logró rescatar unas cuántas. Al volver totalmente desmoralizado, el Sabio le dijo:
¨Así como no pudiste juntar de nuevo las plumas que volaron con el viento, así mismo el mal que hiciste, voló de boca en boca y el daño ya está hecho. Lo único que puedes hacer es pedirle perdón a tu amigo, pues ya no hay forma de revertir el daño que le provocaste¨.
Reflexión:
Cuántas veces no hemos sido víctimas de personas que ante nuestros éxitos y logros personales, nos descalifican ante los demás sin el menor remordimiento, producto de su envidia, sin percatarse que se dañan a sí mismos, evidenciando su pobreza espiritual; de igual forma podemos caer en el error de hablar de alguien sin conocer el daño real que podemos causar, provocando con ello lastimarla injustificadamente en un arranque de envidia o enojo.
Existen dos tipos de personas: Los que no necesitan hablar de los demás, al saber controlar sus impulsos, llevando una vida propia, ocupándose y trabajando en bien de ellos mismos y en beneficio de los demás; ó las personas que necesitan vivir a través de los demás, y que en la primera oportunidad descargan su frustración e ira personal para justificar su falta de capacidad para desarrollarse por cuenta propia, en lograr sus propias metas.
Es mejor pensar bien antes de hablar mal de los demás, tarde o temprano el destino nos revertirá las buenas o malas acciones que realizamos en el transcurso de nuestra vida.
Recordemos el Apotegma de Benito Juárez: ¨El Respeto al Derecho Ajeno es la Paz¨
¨Cometer errores es de humanos y de sabios pedir perdón¨