viernes, febrero 16, 2007

A Tiempo

Cuenta la leyenda que un hombre buscaba un sentido a su vida vacía y sin propósitos; oyó decir que la felicidad era un tesoro, algo que él anhelaba encontrar.
A partir de aquel instante comenzó a buscarla. Primero se aventuró por el placer y por todo lo sensual, luego por el poder y la riqueza, después por la fama y la gloria, y así fue recorriendo el mundo del orgullo, del saber, de los viajes, del trabajo, del ocio y todo cuanto estaba al alcance de su mano.
Repentinamente comenzó a decaer en su salud e inmediatamente al realizarse un chequeo médico recibió una noticia del doctor, el cuál le diagnosticó que le quedaban dos meses de vida, al padecer una enfermedad incurable.
Aquel hombre desvastado por la noticia y cansado por los sinsabores de la vida se dijo: ¨Estos dos meses los dedicaré a compartir todo lo que tengo de experiencia, de saber y de vida con las personas que me rodean¨
Y aquel buscador infatigable de la felicidad, sólo al final de sus días, encontró que en su interior, en lo que podía compartir, en el tiempo por servir estaba el tesoro que tanto había deseado.
Comprendió que para ser feliz se necesita amar, aceptar la vida como viene, disfrutar de lo pequeño y de lo grande; conocerse a sí mismo y aceptarse así como se es; sentirse querido y valorado, pero también querer y valorar; tener razones para vivir y esperar y también razones para morir y descansar.
Entendió que la felicidad brota en el corazón, con el rocío del cariño, la ternura y la comprensión. Que son instantes y momentos de plenitud y bienestar; que está unida y ligada a la forma de ver a la gente y de relacionarse con ella; que siempre está de salida y que para tenerla, hay que gozar de paz interior. finalmente descubrió que cada edad tiene su propia medida de felicidad cargada de experiencias, de aprendizajes, de reflexión. Y en su mente recordó aquella fase que dice:
¨Cuánto gozamos con lo poco que tenemos y cuánto sufrimos por lo mucho que anhelamos¨
LO QUE DAMOS A LOS QUE NOS RODEAN, REGRESA A NOSOTROS
No esperes a que la vida te sorprenda con una enfermedad, accidente o la muerte de un ser querido para tomar conciencia de vivir cada momento de tu vida al máximo, con la familia, la pareja, los amigos, el trabajo, tu misma(o), cada instante es un tesoro valioso que debemos apreciar y aprovechar en toda su intensidad. Recuerda que la Vida es como una Rosa, a cada pétalo que arrancas ya no se recupera jamás.